La fantasía del espiritu


La fantasía de espíritu tiene accesos al ser en virtud de los cuales el artista crea imágenes visibles y alcanza la verdad sólo a través de la verdad de esa visión.
Leonardo se refiere a la contemplación de las superficies. Lo que no pueda llegara a ser superficie, no existe pero ahora se trata de ver el fondo de esa superficie, de alcanzar, a través de lo sensible aquel origen nos sensible que se manifiesta en al superficie como algo capaz de ser captado, pero no a través de lo meramente sensible. Aquí llegamos al punto metódicamente decisivo. Todo lo que es, pasa por los sentidos. Pero lo que percibe el ojo y el oído es espiritual, en sí mismo, cuando logramos captarlo en forma cierta. En el mundo de los sentidos se verifica un permanente desarrollo por encima del mundo sensible. Pero nunca fuera de él. Y a la inversa, todo lo espiritual, para que sea, debe transformase en superficie.
Para él sólo existe una diferencia de visión: el ciego mirar que todo lo ve como opaca realidad, y la visión auténtica que espiritualiza lo sensible, como si lo invisible fuese la realidad propiamente dicha. La obra de Leonardo puede considerarse como uno de los más maravillosos ejemplos de corporización de lo espiritual y espiritualización de lo corpóreo.
Pero ni la sabiduría, ni la habilidad manual, ni la laboriosidad, ni la universalidad, ni el amor, son capaces de crear algo por sí. En cambio, la fuera imaginativa      resulta decisiva porque brota desde el origen de la creación: “Cuando contemples pareces, manchadas con toda clase de borrones, pedrería de distinta contextura o la ceniza que deja el fuego. Cuando poses tu mirada en las nubes o en el barro, podrás descubrir, por doquier, maravillosas estructuras de paisajes, de cosas insólitas, como diablos, cabezas humanas, animales, batallas, rompientes, mares, nubes o bosques”.

Fuentes: Jaspers, Karl: Leornardo como filósofo. Buenos Aires, Sur, 1956.